viernes, 22 de febrero de 2019

La "Revolución Científica" de la "U": el proyecto formativo del Club Deportivo de la Universidad de Chile, 1952-1959


Cuando reviso el rol del fútbol formativo para Azul-Azul, me encuentro con una paradoja: por un lado, en la página oficial de la empresa se indica que su "Visión" es "Desarrollar perfiles de jugadores que nos permitan abastecer al plantel profesional y consolidarnos como un club formador de deportistas integrales y de alto rendimiento"; por otro lado, su "Misión" sería "Proporcionar las herramientas necesarias para que nuestros jugadores estén mejor formados para el fútbol de alta competición, contribuyendo paralelamente en su formación integral". Ahora bien, ¿por qué considero que esto es una paradoja? Principalmente, porque veo poco de eso en la práctica. Hace un tiempo el mismo capitán del equipo, Johnny Herrera, criticó en duros términos la situación que sufrían las inferiores de la "U" por parte de la dirigencia. Sumado a esto, para qué hablar de sus resultado en los últimos años, que están lejos de haber "abastecido al plantel profesional" de jugadores competitivos o de consolidar al club como "formador de deportistas": hasta ahora, llevadas dos fechas del campeonato nacional, el León no ha sumado minutos de juveniles.

En este sentido, podríamos preguntarnos si alguna vez los cadetes han conseguido algún logro para nuestra institución a partir de la escasa relevancia que han tenido para Azul-Azul en la última década, similar al tratamiento que recibieron por parte de la Corfuch en la triste y oscura década de los 80', cuando las series menores fueron literalmente abandonadas. Curiosamente, el proceso más exitoso del Bulla se logró casi exclusivamente con jugadores formados en casa, conocido por todos y todas como el "Ballet Azul". Lo que nos demuestra la historia, es que la "U" se convirtió en un club grande del fútbol chileno gracias a un proyecto impulsado desde la dirigencia hacia el fútbol formativo y que después de casi una década trajo resultados para el equipo de honor del León. Esto se logró a través de una alta inversión en los cadetes que se resume en el concepto de "formación integral", que poco tiene que ver con el que aparece hoy en día en la "Misión" de la concesionaria, y también con mucha paciencia, paciencia que, por lo que veo, no tienen los empresarios que dirigen Azul-Azul. Para dar luces de lo anterior, la siguiente columna se concentrará en esto: reconstruir el proyecto formativo del Club Deportivo de la Universidad de Chile entre 1952 y 1959, o sea, desde que se inició este proceso hasta su primer logro a nivel adulto, como sabemos la obtención de la segunda estrella.

Comienzo con una pregunta: ¿a raíz de qué se realizó este plan del que estoy hablando? Después del título de 1940, el primero de la "U", las cosas no fueron bien para el equipo universitario: sus mejores resultados en esa década fueron los terceros lugares obtenidos en 1945, 46', 47, llegando a posicionarse en el 10° lugar en 1950. Las malas campañas del León provocaron la preocupación de sus dirigentes, hasta que finalmente uno en particular decidió hacerse cargo de la situación: el doctor Víctor Sierra. En el año 1952 ocupó la presidencia de la rama de Cadetes de la Universidad de Chile, pero, en contraste con los métodos formativos utilizados en la "U" y el fútbol chileno hasta ese momento, Sierra planificó una verdadera "revolución científica" en el club para formar deportistas de alto rendimiento y así abastecer al primer equipo. Como se justificó en aquel momento, el club deportivo tenía que ser una extensión del rol social de la universidad, por lo que "La U. de Chile no podía ser un comprador y vendedor de jugadores. Educaría futbolistas, brindándoles asistencia social, médica, dental. Habría recursos técnicos y materiales. Preocupación por los muchachos más allá de la cancha".

Para lograr esto, Sierra organizó un plan que puede resumirse en cinco puntos: primero, la elección de directores que tuvieran conocimiento, práctica y relaciones con edades infantiles y adolescentes, o sea, debían ser profesores y profesoras. De nada servía, según la postura del doctor, que los profesionales supieran mucho de sus temas si no podían transmitir ese conocimiento a niños adolescentes. Segundo, conocer la situación económica y social de las familias de los jugadores: un jugador podía ser excelente en la cancha, pero de nada le servía si en su casa pasaba hambre o habían malas relaciones familiares, por lo que se comenzaron a realizar seguimientos con visitadoras sociales. Tercero, evaluación médica de los niños y adolescentes, para verificar que no tuvieran problemas físicos. Cuarto, control psicológico para comprobar que no tuvieran alguna falencia emocional y enfrentaran bien el proceso de convertirse en jugadores profesionales. Finalmente, y quinto, potenciar el estudio: de nada servía tener buenos jugadores si después del retiro no tendrían herramientas para seguir estudiando o trabajando, por lo que se hizo un seguimiento del desempeño escolar de cada jugador, entregándole apoyo pedagógico si era necesario, ya que si tenían malas calificaciones simplemente no jugaban.

Para conseguir esta "formación integral" de los jugadores, se creó un equipo interdisciplinario de trabajo con profesores y profesoras, psicólogos y psicólogas, visitadoras sociales, sociólogos y sociólogas, etc., para la compilación y procesamiento de la información producida por cada niño y adolescente. Aquí las figuras centrales de esta implementación fueron la visitadora social Fresia Rubilar, en la esfera social, y el profesor normalista, ex jugador del León, Luís Álamos en la esfera deportiva. Ahora bien, ambas esferas jamás fueron paralelas una de otra: todo lo contrario, la formación de los jugadores entendía lo social y lo deportivo como parte de un mismo proceso. Esto se puede ver a través del seguimiento que se les hizo individualmente: se crearon fichas de cada jugador con información médica, técnico-futbolística, económico-social y psicológico-moral, que incluían apuntes prospectivos de cada profesional para proyectar medidas con los niños y jóvenes. Dentro de esto, una variable que se tomó en cuenta para el desarrollo de los jugadores fueron sus aptitudes en el campo de juego: se veían las habilidades de cada niño o adolescente y, a partir de sus fortalezas, se le asignaba un lugar en la cancha. Gracias a esto, por ejemplo, Carlos Campos abandonó su puesto de defensa central para posicionarse como delantero.

Esta formación "científica", promovida por el plan del doctor Sierra, no sólo implicaba lo social y lo deportivo, sino también crear y fortalecer las relaciones sociales entre los mismos jugadores. Esto era parte de la formación identitaria de cada niño y joven para lograr una identificación con el club y los valores de la Universidad de Chile, que se desarrollaron en las llamadas "colonias de verano". En este sentido, no valía solamente tener bueno jugadores individuales, sino también era necesaria la creación de lazos entre ellos tomando como matriz el rol social de la Casa de Bello. Así, estas colonias se realizaban en febrero de cada año, durante tres semanas, en el balneario de Quintero: allí los cadetes que demostraron una absoluta responsabilidad hacia la institución, realizaban actividades que tenían por objetivo la recreación personal, recuperación física, el fortalecimiento escolar, táctico-deportivo y también su desarrollo cultural, artístico y social a través de actividades teatrales y juegos.

Ahora bien, por un momento, les invito a entrar en una fría cabeza empresarial, que sin lugar a dudas, al leer esto, estaría preguntando: "¿Y cuáles son los resultados de este proyecto?", "¿Cuánto ganó deportivamente la 'U' en cifras, números,estadísticas?". Puedo decir que la institución ganó bastante: para el año 1955 y de la mano de Luís Álamos como técnico de cadetes, después de disputadas seis fechas de los campeonatos juveniles, todas las inferiores del León estaban invictas, desde la 2a Infantil hasta la 4a Especial. Así se entiende lo que el mismo "Zorro" Álamos declaró en aquellos años: "El camino a seguir es el que está indicando la 'U': no importa una ubicación mejor o peor, un punto más o un punto menos. Lo interesante es trabajar con gente propia, ver que se triunfa con material hecho en casa". Sumado a los logros de las inferiores, desde 1954 el equipo de honor comenzó a integrar estos jugadores formados en casa: Leonel Sánchez ese mismo año, Sergio Navarro en el 56', Carlos Campos en el 57' por mencionar algunos.

Tomando en cuenta lo anterior, creo que ahí está la principal diferencia de lo que vemos hoy en día: por mucho que Azul-Azul promueva los éxitos del fútbol formativo en sus respectivas categorías a través de las RR.SS., jamás se concretará su "Visión" y "Misión" si esos jugadores no llegan a ser profesionales. En contraste con el presente, durante la década del 50' los jóvenes formados en la institución fueron alimentando gradualmente al primer equipo, a pesar de que en un comienzo los resultados no fueron los esperados: en 1956, cuando el "Zorro" Álamos se hizo cargo de los adultos, la "U" tuvo un paupérrimo 11° lugar, continuación de la mala campaña del año anterior donde se terminó en la 10a posición. En la actualidad, esto haría tambalear cualquier proyecto formativo, pero este no fue el caso: la dirigencia continuó apoyando el plan y el "Zorro" continuó subiendo jugadores, confiando ciegamente en ellos. Este apoyo y confianza tuvieron frutos en 1957, cuando el Bulla logró el 2° lugar del torneo, buena campaña que se repitió al año siguiente cuando se obtuvo la 3a posición. 

No obstante, fue en 1959 cuando se consagró este plan: ese año, el club jugó 26 partidos, de los que ganó 16, empató 6 y sólo perdió 4, consiguiendo una diferencia de +27 goles para coronarse campeón, por segunda vez, del fútbol chileno después de 19 años. Pero más allá de los números, creo que lo importante fue la constitución del equipo: de los 11 jugadores que se llevaron el peso de la campaña del 59', 10 de ellos fueron formados en el club, donde la única excepción fue Ernesto "La Vieja" Álvarez que llego ese año desde Green Cross. Esto es lo importante: fue una estrella bajada gracias a un proceso que, hasta ese momento, llevaba siete años de implementación con sus respectivos altos y bajos. No sólo esto, sino que algunos de esos jugadores, como Carlos Campos, llegaron a tener tal identificación con el club que prefirieron retirarse antes de jugar por otro. Tal como explicó en una entrevista el único "Tanque", "Todo lo que tengo fue gracias a mi equipo y el mejor homenaje que podía hacerles en ese minutos era no jugar por ningún otro club".

Por todos estos motivos, considero que es injusto reducir el Ballet Azul a los años que abarcan entre 1959 y 1969, entre su primer y último título: desde mi postura, este proceso abarcó desde 1957 hasta 1972, ya que en esos 15 años el club no bajó del 4° lugar: seis veces ocupó la 1a posición, cinco veces la segunda, cuatro veces la tercera y finalmente sólo una vez la cuarta. Ahora bien, ¿y qué pasó con todo esto? Bueno, eso ya es otra historia: lo único puedo decir mientras tanto, es que a partir de 1973 muchas cosas cambiaron en el club. Una de ellas fue este proyecto formativo: víctimas del exitismo a raíz de los logros obtenidos en la década del 60', los dirigentes del club, entre ellos un tal "Rolando Molina", consideraron que para preservar el estatus ganado por el León como uno de los equipos grandes del territorio chileno, había que invertir altas sumas de dinero en jugadores de "experiencia", de "jerarquía", para potenciar el equipo (no sé si eso les suena familiar). Estas medidas terminaron provocando una crisis económica en el club a lo largo de los años 70', que desencadenó la separación de la rama de fútbol del club deportivo para convertirla en una corporación de derecho privado.

Para finalizar, les pregunto: ¿qué cosas podemos extraer de este plan realizado por Víctor Sierra e implementado por Fresia Rubilar y Luis Álamos? ¿Es posible hoy en día desarrollar un plan de este tipo en la "U"? ¿En qué medida Azul-Azul, que según su propia "historia oficial" conoce este proyecto, ha mirado al pasado para tener un punto de apoyo para el fútbol formativo? Independiente de esto, donde cada uno o cada una tendrá sus propias respuestas, creo que vale la pena recordar estos nombres que hicieron grande al León y no sólo a sus jugadores: gracias a la visión, atrevimiento, esfuerzo, dedicación y perseverancia de Víctor Sierra, Fresia Rubilar y Luis Álamos la "U" es lo que es hoy en día. Ojalá su gestión no se pierda en el pasado y la llevemos siempre en nuestra memoria.


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¡VIVA LA "U", VALIENTE Y COMBATIVA!

domingo, 17 de febrero de 2019

No estábamos muertos...


Ya han pasado casi tres años desde el comunicado que dejamos abajo, en esos momentos en que proliferó aquella excelente experiencia como fue escribir la historia "no oficial" del León. Sin lugar a dudas, esas reuniones, encuentros, conversaciones, etc., que se dieron a partir de esto, enriquecieron como nunca hubiese podido enriquecerse el escritor de este modesto blog, que de un momento a otro se encontró con una cantidad de material que jamás hubiese imaginado, llenando varios vacíos históricos de la "U" y aprendiendo de las experiencias de muchas personas que vivieron esas historias, aportando con su memoria.

Por diversos motivos, que no vale la pena mencionar acá, esa experiencia no pudo prosperar, pero sí nos dejó algo importante. Una hipótesis, muy amplia, muy general, pero que se sustenta con los acontecimientos: aquella idea que circula desde hace años en la barra, que no es una simple idea, que reza "La 'U' es grande por su gente". Al revisar la historia del Bulla, esa frase adquiere sentido de tesis: lo que nos demuestran los hechos, es que el León siempre se ha mantenido vivo y grande por el empuje de sus hinchas, desde su fundación en 1911 hasta ahora.

A partir de esto, tomando en cuenta el contexto en que está el club, se decidió retomar este proyecto, de manera autónoma como era antes, para rescatar esas historias y memorias de los y las que hacen grande a la "U". Ahora bien, esta re-fundación de La Otra Historia del Bulla apunta a ser mucho más confrontacional que antes y por eso no escondemos nuestro objetivo: queremos convertirnos en una herramienta, en un recurso de la hinchada en contra de Azul-Azul, de sus directivas, en contra de esa empresa que esta destruyendo al club de nuestros amores.

Para esta meta, nadie sobra: todos y todas son bienvenidos y bienvenidas a participar en esto, ya sea con alguna historia que hayan escuchado o les hayan contado, con algún material que tengan en su casa, con una anécdota, con algún jugador que quieran rescatar del olvido, con alguna campaña que nos recuerde nuestros orígenes, en fin, con lo que quieran. A partir de esto, esperamos volvernos una de las tantas herramientas necesarias para la acción, porque la situación ya no se soporta... La invitación está hecha: les invitamos a todos y todas a construir la historia y reconstruir la memoria de la "U".



¡Viva la "U", valiente y combativa!